domingo, 27 de abril de 2014

"Los espejos y el tiempo", crítica publicada por Manuel Vázquez Montalbán en 1997 a "La densidad de los espejos"

Cumplidos ya los 30 años, de pronto, sucede la memoria. Se ha construido con nuestra ayuda y con la de los otros, y contribuyen a convocarla los espejos donde el llamado otro yo  se aleja de quien y como creemos ser. Manuel Rico se hace responsable de seis libros de poemas y como novelista ha forcejeado con las estrategias narrativas dominantes en un doble empeño de reivindicación de la memoria crítica y de perplejidad ante los laberintos de la conducta. Su poesía y su novela se comunican, como ocurre en todo escritor que en el laboratorio de las palabras encuentra las piezas del mundo como revelación y no simplemente eufonías o polisemias caprichosas. El escritor-personaje se desvela a sí mismo al desvelar la otredad, escriba poesía o escriba novela.

 La densidad de los espejos fue premio Juan Ramón Jiménez, uno de los más serios premios de poesía de España y aparece publicado en la colección dirigida por otro poeta, Juan Cobos Wilkins. Premiar este libro representó en su día una ratificación de la poesía desadjetivada en tiempos en que la poesía española pasa por una de sus etapas más ricas e interesantes, pero también más tontas. Entretenida en antologías convertidas en razzias de ausencias, militantes en causas tribales poscómicas, la poesía de vez en cuando tiene que autoconcederse treguas y premiar a un poeta verdadero. Es el caso. Poeta de la memoria más que de la experiencia, aunque toda experiencia pase por el trámite de la estilización subjetiva antes de ser memoria. Rico construye una verdadera narración poética a partir del espejo como interlocutor traidor. "Es la luz enquistada que nos habla de otros" y entre ellos está el uno mismo, esa mismidad que como en los boleros se busca toda una vida y no se encuentra. El espejo como luz.de terror que conduce al conocimiento de! sí mismo para la muerte, aunque el poeta renuncie a la morbosidad de esa evidencia y reclame del espejo la noción neoplatónica de las dos caras, la una vuelta hacia la representación del paso del tiempo, de la vejez, de la muerte, y la otra hacia la inteligencia, la introspección, la situación entre los otros, la historia.

No hay memoria personal sin subjetividad, pero no hay memoria personal orientada si no asume la Historia, incluso sin entusiasmo, porque tal vez pasaron los tiempos en que se asumía la Historia con entusiasmo. La Historia..., "... esa región terrible que extendieron los siglos / el fuego del origen, la huella o el estigma en que reconocernos / Lefevbre, Pirenne, Hobsbawn y tantos otros / arañaron los muros que habían erigido / los propietarios de la muerte", la Historia tal vez aporte como mejor herencia la pulsión de buscar lo imposible para conseguir lo posible. El poeta, que ha comenzado su viaje ante el espejo traidor contándose su historia y que ha abordado la relación entre historia personal e Historia, llega a la asunción de su conciencia, es decir, de su consciencia construida como las esculturas y los poemas vaciando volúmenes, masas verbales, creencias..., "... gestos y palabras que hoy sientes inquilinas". El poeta-personaje que una noche de 1969 abandonó disidente el salón donde su padre contemplaba fascinado la llegada yanqui a la luna termina su relato casi refugiado en una casa de campo que fue el sueño de su padre..., "... custodiando los restos / de un universo roto por otras exigencias".

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

 Publicada el 1 de noviembre de 1997 en El País.

La densidad de los espejos / MANUEL RICO / Nueva edición, revisada y ampliada, a los 20 años de la concesión del Premio Hispanoamericano Juan Ramón Jiménez. El Sastre de Apollinaire. Madrid, 2017-