Crítica a Fugitiva ciudad.
Cuando hablamos de conocer una ciudad, nos estamos
refiriendo a su casco antiguo o, a lo sumo a un barrio concreto,
reconocido o reconocible por algo. Pocas veces caemos en la cuenta que
las ciudades que vemos no son sino la parte visible de un iceberg, que
oculta mucho más de lo que nos ofrece. En la portada de este libro, hay
un dibujo de una línea de horizonte, o del cielo, de cualquier ciudad
moderna actual y de un espacio por abajo, que podría simbolizar todo
aquello que no se ve fácilmente, ni con una visita. A veces, la forma de
reconocerlo es haber pasado un tiempo allí, otras veces, haber leído
una obra que tenga sus raíces en esa misma ciudad y el momento de
confirmar eso que se ha leído, ese sí, ha de ser una visita –al menos
una visita- a la ciudad. El autor del dibujo es
José Manuel Rico, una de
las dos personas a quienes está dedicado este poemario de
Manuel Rico.
¿Quién es
Manuel Rico? Es muchas cosas (poeta, narrador, editor,
crítico…) pero para mí, además de todo ello, es el editor de la
Poesía
Completa de
Manuel Vázquez Montalbán, uno de mis poetas y prosistas
favoritos de la literatura española de la segunda mitad del siglo
pasado, que también fue muchas cosas y que, quizás por ello, vio como su
poesía –sin duda, parte esencial de su obra- quedaba en un discretísimo
segundo plano, quizás también como la parte oculta, mucho mayor que la
visible, del iceberg de la portada. También
Vázquez Montalbán escribió
un poemario titulado
Ciudad y con unos versos suyos inicia
Manuel Rico la primera parte de este poemario. Son cuatro versos, pero
en los dos primeros adivino buena parte del significado de este libro:
“pero sólo serás libre al llegar a Memoria / la ciudad donde habita tu
único destino”. Memoria y ciudad. Memoria y
Fugitiva ciudad: Memoria
también fugitiva. No se trata de una ciudad con sus calles más céntricas
ni monumentos más conocidos, aunque en muchos de estos poemas se
reflejen las calles del Madrid natal, especialmente en la primera parte,
o de la Barcelona donde se conocieron otras experiencias posteriores.
La ciudad fugitiva es una serie de ciudades en las que se han recordado
libros o versos o autores que han ido creando la figura del lector que
es la base de todas las figuras posteriores. Pero vayamos por partes.
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Grafiti en un solar del barrio de Carabanchel |
El gran tema del libro es la Memoria. El autor desea transmitir a la
generación que sigue a la suya, la generación de sus hijos, su Memoria
personal, una especie de Crónica sentimental. Para ello va a utilizar la
Poesía. Y considera, acertadamente en mi opinión, que para entender
todo lo vivido cabalmente hay que remontarse al 39. La idea del
fugitivo, el viajero que huye o que trata de huir del viento frío que le
persigue a todas partes, porque incluso forma parte de él mismo, está
asociado a
Walter Benjamin, que aparece en el primer poema, “Casi un
preludio”, en el que ya encontramos al
Manuel Rico que se alinea con los
perdedores, con los que siempre salieron derrotados al exilio o incluso
a la muerte: “… El viento / de la orfandad de Benjamin y el viento del
exilio, / de nocturnos de hollín en la Francia del sur/ del año 39”. La
“Francia del sur del año 39” fue –no lo olvidemos- la España del norte
que recién salía de esa guerra fraticida y que iba a marcar para muchos
el inicio de esa generaciones de españoles perdedores en todas las
batallas. Fue la misma España que acabó con el sueño de la libertad de
Benjamin, que falleció en condiciones nunca suficientemente aclaradas en
un pueblito del Pirineo, cuyo nombre quedará unido para siempre al
final de la vida y de la libertad, convirtiéndose en un símbolo que
íbamos a llevar tatuado en la piel y que aún llevaremos, mientras
habitemos los pasajes de la memoria, quién sabe cuánto tiempo.
El libro está dividido en cinco partes que están ordenadas
cronológicamente. De ellas, la primera, “De los barrios inciertos” y la
tercera “Más allá de las patrias”, tienen en común que sus poemas llevan
título y parece que forman parte de un proyecto de obra común, el de
esa “fugitiva ciudad” del título, más en la primera parte que en la
tercera. Pensemos que es Madrid o Barcelona, pero también Roma, Berlín,
Viena o Frankfurt. Esa ciudad-iceberg que navega a la deriva por aguas
casi siempre heladas al destino que ya todos conocemos. Son poemas que
están impregnados de lo social y que siempre hacen referencia a un hecho
o a una historia marcada por la derrota. No se trata sólo de la cara
más conocida de esas ciudades, al contrario, nos movemos por polígonos
industriales, barrios periféricos, bares del miedo, trenes de cercanías o
hipermercados.

“De los barrios inciertos” trata de sus padres, de la infancia y de
los primeros años de formación que llegaron con las inolvidables
primeras lecturas, poesía y ensayo,
Sharon Olds, T. S. Eliot, A. Gramsci
y
C. Pavese. En la segunda parte, “Días en ti con música de fondo”
asistimos a un libro nuevo, en el que el protagonista es el
descubrimiento del amor y el escenario, Barcelona. Son versos de amor y
de batalla, que presagian esa otra batalla que trata de conseguir la
dignidad para los suyos, para sí mismo. Y de eso trata la tercera parte
del libro, “Más allá de las patrias”, donde se consolidan esos primeros
esbozos de juventud, donde el poeta maduro reconoce con sus propios ojos
el mundo, más poesía, más luchas desiguales, a más perdedores y
consolida su formación como escritor, llegando hasta los años
inmediatamente anteriores a los que vivimos, de los que se trata en la
quinta parte, una serie de sonetos a la manera del
Blas de Otero de
Ángel fieramente humano, sobre el presente sin la carga de espiritualidad que nos ofrecía también el gran poeta vasco.
El poema “Nebulosa”, que inicia la primera de esas partes, ya nos va
aclarando cuáles van a ser los rasgos más destacados del libro:
formalmente, el uso del encabalgamiento, a veces, abrupto; la
adjetivación sonora y, muy especialmente, las enumeraciones
(sustantivos, adjetivos, oraciones subordinadas, verbos). Muchos de los
poemas son enumeraciones, a veces caóticas, pero normalmente ordenadas
in crescendo a partir de las que va tomando forma la historia, porque
siempre hay una historia detrás. No es difícil reconocer las lecturas
asimiladas del omnipresente
Vázquez Montalbán, gran poeta español de la
Ciudad y la Memoria, y también con esa adjetivación tan rica, que
también encontramos en la otra gran influencia,
Jaime Gil de Biedma, a
quien cita al empezar la cuarta parte del libro: “Formentor, medio
siglo. 1959-2009”, un homenaje a lo que supuso una puesta al día en la
poesía española, la primera que se produjo desde la generación del 27,
en esa generación del 50 que tomó la bandera de la poesía social. Del
mismo modo, van asomando otras influencias a las que va citando, la
mayoría de ellos poetas. Y los cita porque la literatura forma parte de
la vida de
Manuel Rico. Muchas veces la literatura es la vida y el poeta
quiere dejar constancia de ello. Ya hemos citado a
Walter Benjamin, que
para muchos es poeta antes que pensador. Pero también cita a
Handke, a
Vicente Gaos, a
Antonio Machado; y a algunos amigos como
Gelman, Diego
Jesús Jiménez y
Dulce Chacón. Casi todos ellos han sido, algunos son
aún, de esa raza de los que nunca ganaron nada más que lo que fueron
capaces de escribir, a veces, con su propia sangre. de los que sólo
ganaron un lugar en nuestra memoria. Es posible que esa línea más social
de la poesía española del siglo XX:
Antonio Machado, Blas de Otero, Gil
de Biedma y
Vázquez Montalbán tenga su continuidad en poetas como
Manuel Rico que en esta
Fugitiva ciudad plantea con éxito el proyecto de poesía total, poesía de la Memoria.
Publicada en el blog "El describrimiento del Bósforo", de Rafael Suárez Plácido.